El Nuevo Testamento utiliza diferentes figuras e imágenes para describir a la Iglesia. En 1 Timoteo 3:15, la Iglesia es llamada “columna y baluarte de la verdad” utilizando la imagen de un edificio en el que el Señor depositó Su gloriosa verdad. La Iglesia no ha recibido la autoridad para crear la verdad, sino para protegerla y proclamarla hasta lo último de la tierra. Por eso, en la Iglesia, todo tiene que ver con la verdad. Esta responsabilidad con la verdad hace necesario que la Iglesia se esfuerce por entenderla y ser fiel a ella. Esto es lo que ha llevado a los creyentes a través de los siglos a desarrollar confesiones de fe y credos. Estas herramientas han servido fielmente a la Iglesia en su lucha por la verdad, en el cumplimiento de la comisión que recibió del Señor.

Por el otro lado, el Nuevo Testamento también utiliza la figura de un cuerpo en el que todos los miembros tienen una función importante y fueron puestos allí por el Señor. Esta metáfora resalta la unidad y la importancia de que la Iglesia crezca hasta la estatura del varón perfecto. Esta unidad que marca la esencia misma de la Iglesia es obrada por el Espíritu Santo, quien obra poderosamente resucitando a hombres y mujeres de diferentes razas, idiomas y naciones, y los hace conciudadanos de los santos y miembros los unos de los otros.